
Devorando almas perdidas vagas por esta tierra, cual mantis religiosa engulles sin piedad la cabeza de los mas débiles que sucumben a tus encantos de sirena, varando a los mas grandes en las rocas de la perdición.
Cuerpo de venus que mimas con pasión, armas de olorosos sabores que traicionan los sentidos y atrapas en tu tela de araña.
Sorbiendo todo el jugo hasta dejar el pellejo, una vez saciada vuelves a tejer la red para devorar a otro insensato.
A veces culpable otras inocente, da igual el rastro de cabezas corroídas por el ácido siempre me atraerá a tu cubil, donde reposan los harapos de mi alma.
Triste viuda negra, llegara el día en que mueras de pena pues el tiempo no tendrá piedad contigo y ya no podrás alimentarte.
Nos vemos en el Infierno.
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